La vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. (Gál 2,20b)
ὃ δὲ νῦν ζῶ ἐν σαρκί, ἐν πίστει ζῶ τῇ τοῦ υἱοῦ τοῦ θεοῦ τοῦ ἀγαπήσαντός με καὶ παραδόντος ἑαυτὸν ὑπὲρ ἐμοῦ.
quod autem nunc vivo in carne, in fide vivo Filii Dei, qui dilexit me et tradidit seipsum pro me.
El verbo “vivir” aparece dos veces en el texto griego. San Pablo afirma que “vive en la carne” (ζῶ ἐν σαρκί) y luego que “vive por la fe” (ἐν πίστει ζῶ).
Pablo, al decir: “Ahora vivo en la carne”, expresa conciencia de la dimensión humana de su existencia. No está desapegado de la realidad y sabe que mientras viva en la tierra, puede verse afectado por diversos sufrimientos, debilidades y pecados. Sin embargo, al mismo tiempo, está convencido de que gracias a la fe ya puede participar de la vida de Jesús.
La gramática griega permite traducir la expresión ζῶ τῇ τοῦ υἱοῦ τοῦ θεοῦ de varias maneras. Pueden entenderse como: “Vivo para el Hijo de Dios”, “Vivo por el Hijo de Dios”, o “Vivo en el Hijo de Dios”.
Palabras de San Pablo por lo tanto, se puede parafrasear de la siguiente manera: “Sí, vivo en un cuerpo, experimento mi cuerpo y todo lo que conlleva. Pero gracias a la fe vivo en el Hijo de Dios y por Él. Vivo para Aquel que me amó y se entregó por mí”.
¡Cuán asombroso es este realismo e inmersión en Jesús!
