La Sabiduría ha edificado una casa, ha labrado sus siete columnas, ha hecho su matanza, ha mezclado su vino, ha aderezado también su mesa. (Prv 9,1-2)
חָ֭כְמוֹת בָּנְתָ֣ה בֵיתָ֑הּ חָצְבָ֖ה עַמּוּדֶ֣יהָ שִׁבְעָֽה׃ טָבְחָ֣ה טִ֭בְחָהּ מָסְכָ֣ה יֵינָ֑הּ אַ֝֗ף עָֽרְכָ֥ה שֻׁלְחָנָֽהּ׃
ᾠκοδόμησεν ἑαυτῇ οἶκον καὶ ὑπήρεισεν στύλους ἑπτά· ἔσφαξεν τὰ ἑαυτῆς θύματα, ἐκέρασεν εἰς κρατῆρα τὸν ἑαυτῆς οἶνον καὶ ἡτοιμάσατο τὴν ἑαυτῆς τράπεζαν·
Sapientia ædificavit sibi domum, excidit columnas septem. Immolavit victimas suas, miscuit vinum, et proposuit mensam suam.
Aderezar la mesa (עָרַךְ ʽārak), en hebreo este verbo en su significado básico indica las siguientes acciones: “poner en orden”, “arreglar”, así como “enderezar la mesa”, “poner a preparar” o “poner la mesa”. Para expresar la disposición de los objetos sobre la mesa se utiliza la expresión ʽārak ʽal. Así, ʽārak es el verbo apropiado para expresar que se ha preparado y puesto una mesa.
En la primera lectura de hoy del Libro de los Proverbios (Proverbios 9,1-6), leemos que la Sabiduría “puso la mesa” e invitó a todos al banquete: “¡Que vengan aquí los simples!” y al que le faltaba entendimiento le decía: “Ven, saciate de mi pan…” Sentarse a la mesa con la Sabiduría es estar en comunión con ella, y contentarse con su pan es sacar de su sabiduría, razón y sentido común en la lucha contra la propia ingenuidad (v. 6).
En el discurso eucarístico en Evangelio del Santo Juan (Jn 6), Señor Jesús se refiere a sí mismo como “pan vivo” e invita a todos a comer de este pan. Quien come Su Cuerpo y bebe Su Sangre tiene vida eterna y resurrección en el último día. Por supuesto, cada uno de nosotros elige si nos encerramos en la jaula de la mortalidad o si, viviendo en el mundo temporal, nos abrimos, a través de la fe, a la dimensión de la vida eterna. Ciertamente, es una expresión de gran sabiduría sentarse a una mesa puesta por la Sabiduría y preparada por el Mesías.
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