Desnudo salí del vientre de mi madre, desnudo allá regresaré. El Señor me lo había dado, el Señor me lo ha quitado; sea bendito el nombre del Señor. (Job 1,21)
וַיֹּאמֶר֩ עָרֹ֨ם יָצָ֜תִי* מִבֶּ֣טֶן אִמִּ֗י וְעָרֹם֙ אָשׁ֣וּב שָׁ֔מָה יְהוָ֣ה נָתַ֔ן וַיהוָ֖ה לָקָ֑ח יְהִ֛י שֵׁ֥ם יְהוָ֖ה מְבֹרָֽךְ׃
Αὐτὸς γυμνὸς ἐξῆλθον ἐκ κοιλίας μητρός μου, γυμνὸς καὶ ἀπελεύσομαι ἐκεῖ· ὁ κύριος ἔδωκεν, ὁ κύριος ἀφείλατο· ὡς τῷ κυρίῳ ἔδοξεν, οὕτως καὶ ἐγένετο· εἴη τὸ ὄνομα κυρίου εὐλογημένον.
et dixit: Nudus egressus sum de utero matris meæ, et nudus revertar illuc: Dominus dedit, Dominus abstulit: sicut Domino placuit, ita factum est: sit nomen Domini benedictum.
En toda mi vida hasta ahora he acumulado muchas cosas, recursos, ideas sobre mí, opiniones sobre mí, sobre los demás, conocimientos, etc. Todo esto puede desaparecer en un instante, pero yo seguiré existiendo. Entonces se revelará la verdad fundamental de que todo lo que me he apropiado es un don. La desnudez de mi existencia exige sencillez y gratitud, silencio y adoración. Job bendijo el Nombre del Señor sin fingida piedad, aunque sufrió tan grandes pérdidas. Vine al mundo desnudo. Mi primera ropa fueron los pañales. La última y eterna prenda que cubra mi desnudez en la muerte no será una fría sábana en la morgue, sino la sonrisa de Dios cuando me diga: Entro en mi alegría.
