Os repito lo que ya os dije antes. Si alguien os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, sea maldito. (Gal 1,9)
ὡς προειρήκαμεν καὶ ἄρτι πάλιν λέγω· εἴ τις ὑμᾶς εὐαγγελίζεται παρʼ ὃ παρελάβετε, ἀνάθεμα ἔστω.
Sicut praediximus, et nunc iterum dico: Si quis vobis evangelizaverit praeter id, quod accepistis, anathema sit!
El sentido de la palabra elegida puede ser doble. Por un lado, se entiende como una cosa consagrada, una ofrenda colgada para recordar el sacrificio hecho a la divinidad, y, por otro, significa una maldición, un anatema, una persona maldita. Probablemente san Pablo la utiliza en el segundo sentido, queriendo distanciarse radicalmente de los falsos predicadores del “otro evangelio”. Es evidente cuánto le importa conservar y transmitir lo que él mismo recibió como don de la revelación de Cristo.
A veces necesitamos una palabra tan fuerte para no perder el resplandor de la Buena Noticia en nuestro corazón, que en definitiva es Jesucristo mismo.
