Jedno Słowo

Citara (κιθάρα kithara)

Oí una voz que venía del cielo, semejante a la voz de aguas caudalosas y al ruido de un gran trueno. El sonido que oí era como el de citaristas que tocan sus cítaras. (Apoc 14,2)

καὶ ἤκουσα φωνὴν ἐκ τοῦ οὐρανοῦ ὡς φωνὴν ὑδάτων πολλῶν καὶ ὡς φωνὴν βροντῆς μεγάλης, καὶ ἡ φωνὴ ἣν ἤκουσα ὡς κιθαρῳδῶν κιθαριζόντων ἐν ταῖς κιθάραις αὐτῶν.

Et audivi vocem de cælo, tamquam vocem aquarum multarum, et tamquam vocem tonitrui magni: et vocem, quam audivi, sicut citharœdorum citharizantium in citharis suis.

En la Biblia no faltan la música y el canto, porque forman parte de la vida humana y, en particular, de la oración. San Juan, a través de su experiencia, quiere acercarnos a la belleza y a la fuerza expresiva de la liturgia en la Jerusalén celestial. Por eso utiliza una comparación, teniendo a su disposición únicamente su imaginación y su experiencia musical. La voz que escuchamos es como la voz de muchas citaras. Es similar a esta armonía de sonidos de cuerdas. No hay disonancia. Necesitamos la belleza de la música en la liturgia para que no se vuelva banal, no se anquilose, sino que atraiga los corazones a la adoración común de Aquel que está sentado en el trono.

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