No juzgará por lo que sus ojos vean, ni fallará por lo que oigan sus oídos. (Is 11,3b)
וְלֹא־לְמַרְאֵה עֵינָיו יִשְׁפּוֹט וְלֹא־לְמִשְׁמַע אָזְנָיו יוֹכִיחַ׃
οὐ κατὰ τὴν δόξαν κρινεῖ οὐδὲ κατὰ τὴν λαλιὰν ἐλέγξει.
Non secundum visionem oculorum iudicabit neque secundum auditum aurium decernet.
El verbo hebreo שׁפַט (shafat) significa literalmente una acción destinada a restaurar la paz (shalom) dentro de la comunidad. No se limita a juzgar o emitir sentencias.
Cuando leemos en la Biblia que Dios “juzga”, significa nada menos que restaurar la paz. El Señor juzga con justicia, a diferencia de los seres humanos, que emiten juicios basados en lo que ven y oyen. Dios ve mucho más; Él nos conoce profundamente y desea darnos el don de la paz.
El profeta Isaías presenta una visión de esta paz de manera notable: los animales que naturalmente son enemigos viven juntos en armonía. “El lobo habitará con el cordero, la pantera se acostará con el cabrito” (Isaías 11:6). Esta imagen idílica es un símbolo de la armonía que Dios desea restaurar en toda la creación, de acuerdo con el plan original del Creador.
El juicio bíblico, entonces, no es tanto un castigo, sino un camino para restaurar las relaciones: con Dios, con los demás y con el mundo. Dios desea guiarnos a un espacio de paz, donde podamos experimentar Su amor y cercanía.
